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30 de mayo de 2018

apuntes de valencia


mercado de valencia

hace 2 semanas estuvimos en Valencia por primera vez. con la excusa de una triatlón que se celebraba en la que tanto mi hermano como rícard iban a participar, nos reunimos mi hermano, mi madre, rícard y yo allí un par de días. aunque el fin de semana nos quedamos en la zona de la playa para estar más cerca de la competición y aprovechar el mar que tanto se echa de menos en Madrid y en Londres, rícard y yo alargamos un día más nuestra estancia aprovechando que en Madrid eran las fiestas de San Isidro y así poder conocer un poco la ciudad.

y Valencia nos sorprendió mucho. sabía que me gustaría, no sé por qué pero lo sentía así y, pese a saberlo, me sorprendió. me sorprendió su tamaño perfecto, de ciudad cosmopolita y actual pero, a la vez asequible y acogedora; me sorprendió ese alma de pueblo que se descubría en el entramado de sus calles, en la forma en que la gente se reunía y hacía vida alrededor de sus plazoletas, sobre todo en los barrios de Benimaclet y del Carmen; me sorprendió la cantidad de jardines y zonas verdes que tiene, que hace que puedas escabullirte del barullo de la ciudad y sumergirte en un entorno de naturaleza, tranquilidad y paz en un momento; me sorprendieron sus fachadas, coloridas y coquetas, cuidadas; me sorprendió lo amable que se respiraba todo, ese ambiente distendido, relajado; me sorprendió el color de su luz, una luz muy clara y radiante que lo bañaba todo, embelleciendo y haciendo relucir la ciudad todavía más. 

paseamos sin más pretensión que conocerla y gozarla, aprovechando también para descansar y disfrutar de esos ratos los dos juntos sin obligaciones ni compromisos que cumplir.

benimaclet, valencia

jardín valencia

fachadas valencia

edificios valencia

muy consciente de que en un día y medio en la ciudad nos quedó muchísimo por ver, me apetecía compartir los lugares que pudimos visitar y que más nos gustaron (algunos de ellos fueron apuntes de la revista Faim Magazine, que centra su primer número en esta ciudad):

. para pasear sin rumbo y perderse entre sus calles, disfruté especialmente de El Carmen y Benimaclet, aunque la zona de Ciutat Vella y Ruzafa me gustaron mucho también

. simple. una tienda preciosa repleta de productos artesanos y tradicionales españoles. c/ de les danses, 5

poppyns. una concept store preciosa de estilo industrial/neoyorquino/minimalista, que ofrece un poquito de todo: moda, cosmética, complementos, decoración, tecnología, libros… la selección de marcas que hacen me pareció exquisita, ponen el acento en una imagen y diseño muy cuidados y en que los productos que vendan se hagan de forma respetuosa. tienen también un espacio de cafetería y reuniones, y una terraza interior. c/ isabel la católica, 21. 

. chico ostra. una cafetería / librería y tienda de productos vintage. tiene un carácter muy singular, no sigue una tendencia concreta. está en Benimaclet, un barrio tranquilo y con mucha alma de pueblo por el que nos encantó pasear. la misma calle en la que se encuentra es peatonal y sus cuatro mesas al aire libre son una delicia. c/ del músic belando, 15

. copenhagen. un restaurante vegetariano cuidado, agradable y con propuestas en la carta muy, muy ricas. c/ literat azorín, 8

amaranta bio bar. una cafetería y restaurante vegano, donde todos los productos son ecológicos. fue el lugar que elegimos para desayunar y fue un acierto, tanto sus tostadas como su repostería estaban riquísimas. c/ de l'ambaixador vich, 7

. blackbird café. una cafetería en la que sirven café de especialidad y repostería artesana. el lugar es pequeñito pero acogedor, con mucha luz natural. c/ reina na maria, 7 

. librería anticuaria Rafael Solaz. eso mismo, una librería repleta de libros antiguos y piezas de decoración en la que, al entrar, sientes que has cruzado la línea del tiempo. c/ san fernando, 7

fachada valencia

detalle valencia

el carmen, valencia


23 de mayo de 2018

sobre el poder del ahora (recomendación)


el lunes por la mañana exploté. tras varios días de nervios ante la posibilidad de un cambio futuro; tras intentar atender las cosas que debía hacer en Madrid a la vez que pensaba en mi ida a Barcelona esta semana y lo que tenía que preparar para entonces (médicos y pruebas, reuniones, libros y material); tras organizar, a la vez, la vuelta a Madrid con más compromisos; tras programar un viaje cortito a Lisboa intentándolo encajar en unas fechas que funcionaran para mí, que coincidieran con la disponibilidad de Sanda y los viajes de rícard y acabar comprando, sin darme cuenta, unos billetes de avión para una fecha en la que tengo que estar en Barcelona para un tratamiento médico; tras la suma de varias minucias más, el lunes por la mañana me encontré a las 9.10h llorando sin consuelo, desbordada por esta realidad de tener que estar anticipándome al futuro constantemente, organizando y pensando mil detalles, que choca de bruces con mi necesidad interna de estar en el presente, que es el único espacio en el que encuentro paz y sosiego.

después de serenarme un poco hablando con mi madre y haciendo un rato de meditación, me encontré cogiendo nuevamente el libro El poder del ahora, un libro que, desde que lo compré en febrero, he leído ya 3 veces, encontrando siempre nuevos matices y capas de profundidad a las palabras de Eckart Tolle, el autor.

lo había escuchado recomendado varias veces y nunca me había decidido a comprarlo. a principios de febrero, coincidiendo con mi recaída de salud, el naturópata al que voy me dijo que hiciera el favor de leer este libro y, esa vez sí, quise hacerlo. en esos días de dolor físico, miedo y agotamiento, el libro fue una especie de ancla que me mantuvo serena y centrada la mayor parte del tiempo, mucho más de lo que lo había estado en recaídas anteriores. sus palabras resonaban en mi interior con mucha fuerza, la fuerza de la verdad. era como estar leyendo cosas que una parte de mí ya sabía, aunque no las hubiera pensado ni expresado nunca. 

la mayor parte de las enseñanzas del libro se quedaron conmigo, las integré en mi día a día y me di cuenta de cómo, situándome en el presente, me sentía mejor, más calmada y alineada conmigo. los días que estuvimos haciendo el Camino sirvieron para reforzar estas sensaciones. pero, aunque todo esto es cierto, también lo es que a veces me sigo perdiendo en el pasado y, sobre todo, en el futuro, creando esta brecha de tiempo entre mi realidad y la que imagina mi mente que se traduce en inquietud, nervios, tensión, ansiedad y, en última instancia, desbordamiento.

vivir en el ahora y hacer incursiones al pasado y al futuro únicamente para resolver cuestiones prácticas del día a día. dejar de generar inquietud, ansiedad o miedo imaginando escenarios que podrían ocurrir. puedo afrontar el momento presente pero no puedo afrontar algo que solo es una proyección mental; no puedo afrontar el futuro.

vivir en el ahora porque es lo único que hay. es todo lo que hay, en realidad. nada ocurrió nunca en el pasado; ocurrió en el ahora. y nada ocurrirá nunca en el futuro; ocurrirá en el ahora. mi vida, la vida de todos, se despliega siempre en ese espacio que es el eterno presente.

rendirme a lo que es, aceptar el momento presente sin peros ni reservas porque, qué sinsentido resistirme a algo que ya es. cuando pongo esta resistencia es cuando aparece el dolor emocional (la rabia, la impotencia, el enojo, la tristeza…). aceptar lo que es internamente y hacer todo lo que esté en mis manos para cambiar la situación externa. como dice Tolle: haz lo que tengas que hacer. entre tanto, acepta lo que es. (p. 177, El poder del ahora).

la rendición ha sido un gran descubrimiento para mí. yo, que me he pasado casi 20 años renegando de lo que había y deseando casi siempre que las cosas fueran de otra manera. qué absurdo, si lo pienso ahora. después de leer el libro he entendido que rendirse no es fracasar (todo lo contrario) y que no equivale a resignarse. rendirse es simplemente aceptar ese pequeño segmento que es el ahora. y qué alivio y qué paz cuando te rindes a lo que es, cuando dejas de luchar contra lo imbatible. cuando te rindes a lo que es la vida se vuelve ligera. el autor dice: la rendición no transforma lo que es, al menos no directamente. la rendición te transforma a ti. cuando te transformas, todo tu mundo se transforma, porque el mundo solo es un reflejo. (p. 209, El poder del ahora). y así es.

salir de la mente, de su flujo permanente de pensamientos, recuerdos del pasado y preocupación por el futuro que me aturde y me desgasta y me impide sentir esa quietud interior que va más allá de la mente, esa quietud que surge del mismo lugar que la belleza, la creatividad, el amor y la alegría, allá en algún rincón del Ser. en lugar de identificarme con la mente, estar muy consciente en el momento presente porque, cuando estoy centrada en el ahora, únicamente en el ahora, siento serenidad, siento paz, y cualquier cosa que hago me sale hacerla con cuidado, con amor.

para mí ha sido un libro transformador (además de muy pedagógico), uno de los pocos que siempre tengo a mano, en mi mesita de noche, y al que recurro con frecuencia. y parece que poco a poco voy volviendo a sentirme bien, a sentirme yo :)


el verdadero cambio ocurre dentro, no fuera 
- Eckart Tolle -



16 de mayo de 2018

la felicidad es…



la felicidad es…
…abrir un libro y encontrar unas margaritas prensadas que un día pusiste ahí y te olvidaste de ellas; unas patatas al horno para cenar, cortadas en rodajas finitas, con un pellizco de sal, pimienta negra y orégano, bañadas con un chorrito de aceite; un trapo de lino blanco para secar los platos; exfoliarte el cuerpo por la mañana con un cepillo de madera, antes de meterte en la ducha; lavarte bien la cara antes de acostarte y ponerte una crema que huele a lavanda y geranio; ver cómo empiezan a brotar nuevas hojas de una planta que llevaba más de un año en estado de letargo; los juegos de luces y sombras proyectados en la pared gracias al sol de las 4h de la tardeel té verde con un poquito de miel a primera hora de la mañana, cuando me siento delante del ordenador; el sonido del agua de la lluvia contra las ventanas mientras tecleas en el ordenadorentrar en la cama al acabar el día; la textura rugosa de un plato de cerámica; moler pimienta negra con el mortero que era de tu abuela; verte reflejada en las palabras de otra persona; trabajar con la luz del día hasta pasadas las 20h de la tarde; incorporar nuevas rutinas, como el lavado lingual, sintiendo que te importas y cuidas tu cuerpo; poder sumergirte en una piscina a mediodía y olvidarte de todo bajo el agua; el gorgoteo que hace la cafetera cuando el café empieza a salirque alguien se tome el tiempo de escribirte para decirte que le ha gustado mucho tu último post; el plátano que te comes antes de desayunar; volcarte en una tarea sin la presión de pensar en lo que tienes que hacer después; lavar los platos con un jabón que está hecho a partir de ingredientes naturales y que, además, tiene un diseño sencillo y bonito; dedicar el tiempo y la atención que te gusta a los detalles; volver a andar descalza por casamasajearte la cabeza mientras te la lavas con champú; encontrar a personas con las que compartes valores y visión, con las que te sientes a gusto y el tiempo te pasa muy rápido; salir a hacer recados un sábado por la mañana y darte cuenta de que te conoces ya con las personas de todos los comercios; poder hablar un poquito con cada una, humanizar el trato, sentir que perteneces un poco más; poder hablar horas y horas acerca de lo que piensas con alguien sin miedo a sentirte juzgada; salir a correr un viernes por la noche y tener el Retiro para vosotros solos; que te presten un libro porque está convencida de que te va a encantar; sentir que cada vez eres más coherente contigo misma.

tengo la sensación de que, desde que he vuelto de hacer el Camino de Santiago, mi capacidad para disfrutar de los detalles, de las cosas más pequeñas, ha crecido enormemente, y qué bonito es esto. la mayor parte del tiempo me siento en paz, sorprendida por la gran belleza que tengo a mi alcance. y me apetecía compartir algunas de las cosas que últimamente me hacen feliz, con el deseo de que resuenen contigo, también.


pd. más sobre la felicidad es… aquí & aquí 

9 de mayo de 2018

sobre la implicación y justicia social


sobre la implicación y justicia social


hace apenas 15 días se me cayó el alma a los pies. a mí y a miles y miles de personas más. cuando el jueves 26 salió la sentencia definitiva al juicio de la manada no daba crédito. no entiendo de leyes ni pretendo aparentarlo pero en mi cabeza y en mi corazón sabía que esa sentencia estaba mal. estaba definitivamente mal porque no puede ser que cinco hombres tengan relaciones con una chica sin el consentimiento de ella y eso no se considere violación.

compartí una foto en instagram en la que decía que no sabía si servía de algo salir a la calle pero que sí sabía que no hacerlo no cambiaría nada. una chica contestó diciendo que ella creía que sí servía para no ser cómplices callando, para demostrar que sí hay consciencia social y cultural y presionar para que las cosas cambien y, sobre todo, para hacer sentir apoyo a la víctima, darle voz y no dejarla sola.

y es exactamente eso. expresar colectivamente el gran malestar para que las cosas cambien, porque tienen que cambiar. no hay nada ni nadie que sea intocable, todo lo que es humano es susceptible de equivocación y de crítica, no existe tal cosa como la verdad absoluta porque todo lo que vemos, escuchamos y vivimos lo pasamos por nuestro filtro personal, el de nuestra experiencia y nuestros valores. y creo firmemente que es nuestro deber no dar nada por válido, expresarnos cuando creemos que hay que rectificar, cambiar. es la manera que tenemos las sociedades de avanzar. quedarnos en casa, no hacer nada al respecto, no decir nada es, como decía Eva (@vivolindo) en su comentario, ser cómplices de ello, es asentir a las cosas como están, es delegar nuestra voz y nuestra responsabilidad en unos cuantos.

los grandes cambios sociales siempre han venido precedidos de grandes movilizaciones ciudadanas:

la lucha larga, dura, valiente y decidida que protagonizaron las personas negras en EUA en los años 50, 60 y 70 para acabar con el Ku Klux Klan y la discriminación racial del país que, en ese momento, era totalmente legal; Martin Luther King y su activismo en pro de los derechos civiles; todas las reivindicaciones y luchas para mejorar las condiciones laborales de los trabajadores, aún vigentes; la defensa de los derechos de las personas homosexuales; mucho más recientemente, el fenómeno #metoo, en EUA, #timesup, en el Reino Unido, o #cuéntalo, en España; las innumerables manifestaciones y movilizaciones en España por el día de la mujer, en pro de la igualdad de género (entre otras muchísimas a lo largo de la historia).

las redes sociales nos proporcionan un altavoz y una visibilidad que no habíamos tenido nunca y creo que es uno de los mejores usos que les podemos dar. expresemos nuestro malestar, nuestra disconformidad, hagamos uso de nuestra voz y de nuestro deber social para crear una sociedad más igualitaria, más amable y más justa. seamos personas activas en la construcción de nuestra sociedad, proclamemos cómo queremos vivir, cómo queremos que vivan las personas que vienen detrás de nosotros, ya está bien de delegar nuestra voz. y es mucho más fácil de lo que parece, todo lo grande empieza con un pequeño gesto, hagámoslo. 

me alegra y me emociona inmensamente ver la respuesta tan masiva e inmediata que hubo a la sentencia judicial: las miles de concentraciones civiles en todo el país que se organizaron en cuestión de horas; que 1800 psicólogos y psiquiatras hayan redactado una carta de rechazo a la resolución judicial; que se haya hecho una propuesta por parte de UPN de reforma del Código Penal; que la ONU haya criticado la sentencia argumentando que subestima la gravedad de la violación y perjudica las obligaciones que existen para que se respeten los derechos de las mujeres.

como decía Cris en uno de sus últimos posts de domingo, elegir actuar, decidir moverse, dar sin esperar nada a cambio, empezar hoy, no abandonar, tener la justicia social y la libertad por bandera, impactar positivamente en la gente y en el mundo, luchar contra la inercia. 

3 de mayo de 2018

tratar las cosas con delicadeza



tratar las cosas con delicadeza

de niña estaba plenamente convencida de que todo tenía vida. trataba a los objetos como si pudieran sentir. hubo una época en que metía tantos peluches y muñecos conmigo en la cama que se hacía difícil dormir, pero me daba una pena horrible pensar que pudieran pasar frío si se quedaban en la estantería.

teníamos un coche viejito, un Renault 21, al que llamé Quim y una moto que se llamaba Olga. cuando mi hermano nació y mis padres decidieron cambiar el coche por otro más grande y cómodo lloré lo que no está escrito, sentí tanta tristeza! recuerdo bajar al parking con ellos para que me hicieran fotos con el coche y escribirle una carta de despedida que todavía conservo, en la que le decía lo mucho que lo quería y cómo no habría coche que pudiera remplazarlo, al menos no en mi corazón.

cuando conocí a rícard con 20 años, él tenía una moto destartalada que apenas tiraba, a la que me empeñé en bautizar también. rícard me siguió la corriente y, aunque al principio lo decía en broma, poco tiempo pasó hasta que, siempre que hablábamos de la moto, lo hacíamos llamándola por su nombre (Candy o Clandle, versión abreviada de Candelaria). con 25 años compramos un coche de segunda mano pequeñito y con bastantes años al que llamamos Rocky porque, a pesar de ser viejito, era duro como una roca y nos llevaba a todas partes.

de más pequeña darle nombre a las cosas me ayudaba a reafirmar su identidad y a tratarlas con cariño y con respeto. y esta semana me di cuenta de que todavía hay algo de todo esto en mí y me gusta que sea así. ya no es aquel sentimiento infantil que me hacía sufrir cuando algo se estropeaba, se rompía o se reemplazaba, pero sí procuro tratar los objetos con delicadeza. todo lo que hago, de hecho, intento hacerlo con cariño, es un pequeño gesto que me da placer, que me hace sentir bien: doblar la ropa con esmero, procurando que no queden arrugas; acompañar la puerta cuando la cierro para evitar portazos; secar los platos con el paño con cuidado; ponerme crema en el cuerpo masajeándome ligeramente la piel y los músculos; acariciar algunas hojas de las plantas cuando las riego; enjuagar los platos con una presión del agua suave; guardar los calcetines en el cajón con suavidad; alisar la cama, cuando acabo de hacerla, como acariciando las sábanas; secarme el pelo con la toalla, cuando salgo de la ducha, con dulzura… no se trata tanto de hacer las cosas despacio, porque se pueden hacer deprisa, pero con intención. hacer las cosas así me arraiga al presente, hace que ponga mi atención en lo que estoy haciendo a cada momento y me conecta con ello, dándome paz y bienestar. 

creo firmemente que hacer las cosas con cariño, con amor, hace que nos sintamos mejor, nos conecta con esta energía. y creo que es una mirada que te contagia, que hace que, cuando hablas con una persona, con un desconocido en una tienda o en la calle, pongas ese mismo cariño y atención, y la persona lo percibe y te contesta en el mismo tono, desde el mismo lugar. creo que es muy bonito cuando ves los efectos de esta "ola" expansiva. estaba pensando en ello esta mañana y me ha apetecido compartirlo :)


pd. de la forma en que te hablas & sobre una vida plena